domingo, 15 de marzo de 2015

Qué guapa estás

-¡Qué guapa estás!

Os ve aparecer y sonríe. No tiene muy claro quién eres, pero te clasifica inmediatamente en la categoría de "niña". ¿La niña de quién? De mi hermano, de mi primo. Cada día te toca ser de alguien distinto. ¿Y éste, quién es? Mi padre. Mi hermano. 

No tiene muy claro el qué, pero sabe que le tocáis algo, si es que sabe algo todavía. Quizá sólo lo siente. A lo mejor al perderse la cordura en el bosque en que se extravía cuando la enfermedad la abandona entre los árboles lo único que queda es ese instinto animal en el que reconoces a tu manada. Intenta hablar, pero no es capaz de hilar frases coherentes con más de cuatro palabras.

Ante la imposibilidad de comunicación verbal hace tiempo que decidiste simplemente cogerle la mano durante los brevísimos minutos del "pasar a saludar", ya que eso sí parece comprenderlo sin problema. Es tu hola, tu cómo estás y tu hasta luego.

Las palabras aquí no tienen jurisdicción. Lo que digas no importa. Importa la entonación, la música que significa "me alegro de verte". Un eco capaz de resonar en la espesura, de derrotar al silencio. Un eco que, paradójicamente, lo que acalle sea tu miedo. Tu terror cerval a, un día, encontrarte perdida en el bosque también.

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