lunes, 18 de mayo de 2015

Historias de la abuela cebolleta: LA película

La primera película de El Señor de los Anillos salió cuando yo tenía diecisiete años. No sé, hijitos, si sabéis cómo era el panorama antes. Ahora estamos acostumbrados a ver series de fantasía en la tele (bien hechas), a que saquen películas frikis cada poco y a que los mundos fantásticos sean una cosa normal. En aquellos tiempos había mucho desconocimiento. Ya sabéis, los que leen libros de ese palo juegan también al rol y matan gente porque nos apetece que correlación implique causalidad y así no tengamos que pensar excesivamente.

 Anda que no mola ni ná.

A pesar de la aberración que es El Hobbit como adaptación (si la ves pensando que no tiene nada que ver con el libro ni con Tolkien tampoco canta tanto), hay que agradecerle a Peter Jackson que acercase al gran público (incluyendo mi abuela, por ejemplo) la fantasía a esa escala. Permitió que se convirtiera en políticamente correcto que la fantasía mola. Así, los "tímidos" que no querían admitir que les iba el rollo pudieron subirse a la ola sin miedo a ser raros o algo. Antes la literatura juvenil tenía, mayormente, dramones familiares o intrigas pseudopoliciacas. La fantasía se veía un poco como de niños o de raros. A partir de aquí el sector editorial se desmelenó con espadas, elegidos y malos malosos.

Antes de esto, por cierto, no se había popularizado el término "friki". ¿Cómo llamábamos a los frikis antes del siglo XXI? 

Mi entorno no era friki en absoluto. Más tarde conocí a gente que había tenido amigos con los que compartía intereses literarios y de ocio en la adolescencia y flipé bastante tratando de imaginármelo. Además soy bastante introvertida y -esto que voy a decir no está relacionado con la introversión- lo de conocer gente nueva lo llevo mal. Bueno, pues la película de marras hizo que ese entorno en principio "hostil" se... Convirtiera. Como San Pablo deslumbrado camino de Damasco. Recuerdo pensar "hala, esto ahora se va a difundir mogollón, voy a poder hablar con mucha más gente de libros con espadas y magia, qué guay". Hubo un boom que disfruté como una codorniz. Novedades y novedades editoriales, más "pelis frikis", oigh, felicidad. 

Porque, claro, más gente conoce el rollo y le gusta, más público objetivo tiene el rollo para venderse, más rollo te ofrece el mercado. Abre las puertas a que la peña se flipe y queriendo subirse al carro salgan aberraciones, pero qué más da. Para eso está el criterio. Estuvo muy claro el antes y el después del estreno de La Comunidad del Anillo.

Fue un puente. Mucha gente saltó de ella a devorar libros de fantasía y a fliparse con el tema felizmente. Y fue entonces cuando ocurrió algo que me dejó el pericardio a la virulé: había lectores pre-película que miraban a esos nuevos forofos como advenedizos. Con el tiempo entendí/deduje que igual el hecho de que se extendiera su pasión los hacía menos únicosyespeciales y les daba mal rollo. Yo, que había vivido en una isla creada gracias a que había libros "por mi casa", vi la peli como una luz en la niebla para quienes no sabían que el género existía y gracias a ella pudieron descubrirlo y disfrutarlo en condiciones. Pude compartir (por fin) puntos de vista y opiniones absolutamente subjetivas.

Así que le debo cosas a esta peli. Y mola. Toma opinión subjetiva.

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